julymurillo

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Doondari…

In LETRAS AFRICANAS on 2009-11-27 at 9:13

Doondari vino entonces para crear la piedra,

la piedra creó el hierro,

el hierro creó el fuego,

el fuego creó el agua,

y el agua creó el aire.

Luego Doondari descendió por segunda vez,

tomó los cinco elementos

y los modeló en hombre.

Pero el hombre era orgulloso.

Entonces Doondari creó la ceguera,

y la ceguera

venció al hombre.

(poesía Fulbé –África-)

Kathy A. Megyeri

In ALGO CIERTO on 2009-11-25 at 21:52

«SI UN DOCTOR, UN ABOGADO O UN DENTISTA TUVIERA A TREINTA PERSONAS O MÁS EN SU OFICINA A LA VEZ, TODAS CON DIFERENTES NECESIDADES Y ALGUNAS QUE NO QUIEREN ESTAR ALLÍ Y EL DOCTOR, ABOGADO O DENTISTA, SIN AYUDA, TUVIERA QUE TRATARLOS A TODOS CON EXCELENCIA PROFESIONAL DURANTE DIEZ MESES, ENTONCES PODRÍAN TENER UNA IDEA DE LO QUE ES EL TRABAJO DEL DOCENTE EN EL AULA».

(Kathy A. Megyeri. «Chocolate Caliente para el Alma de los Maestros»)

Patente de corso

In ALGO DE OPI on 2009-11-23 at 9:55

…..por Arturo Pérez-Reverte
(Barceló)

Me dicen los amigos: hay que ver, Reverte, con esto del paisaje que tenemos y la que está cayendo, salimos a cabreo semanal con blasfemias en arameo, y hace tiempo que no cuentas ninguna de esas peripecias de la historia de España que dejabas caer por esta página, de marinos, conquistadores, aventureros y gente así, políticamente incorrecta, que a veces consuelan y hacen descansar de tanta basura parlamentaria y municipal, y tanta cagada de rata en el arroz. Y como los amigos siempre tienen razón, o casi, y es verdad que hace tiempo no toco esa tecla, hoy vamos a ello. De todas formas, para no perder el pulso de la actualidad actual, quisiera recordar a un personaje que practicó la alianza de civilizaciones a su manera. Ya me dirán ustedes si viene a cuento, o no.

Se llamaba Antonio Barceló, Toni para los amigos. Como de costumbre, si hubiera sido francés, inglés o de cualquier otra parte, habría películas y novelazas con su biografía. Pero tuvo el infortunio de ser mallorquín, o sea, español. Con perdón. Que es una desgracia histórica como otra cualquiera. El caso es que ese fulano es uno de mis marinos tragafuegos favoritos. Tengo su retrato enmarcado en mi casa, junto al de su colega de oficio Jorge Juan, y en el Museo Naval de Madrid hay un cuadro ante el que siempre me quito un sombrero imaginario: D. Antonio Barceló con su jabeque correo rinde a dos galeotas argelinas. Hijo de un marino comerciante y corsario, embarcó siendo niño en los barcos de su padre. La primera fama la consiguió con sólo 19 años, en 1736, cuando ya navegaba como patrón del jabeque correo de Palma a Barcelona, y empezó a darse candela con los piratas norteafricanos que infestaban el Mediterráneo occidental. En aquellos tiempos, como no había telediarios donde hacer demagogia, a los piratas se les aplicaba directamente el artículo 14. Y Toni Barceló, que conocía el percal y no estaba para maneras de oenegé, lo aplicaba como nadie. El ministro Moratinos y la ministra Chacón habrían hecho pocas ruedas de prensa con él. Prueba de ello es que, pese a ser marino mercante y no de la Real Armada –allí sólo podían ser oficiales y jefes los chicos de buena familia–, fue ascendiendo en ésta, con los años, de alférez de fragata a teniente general, a lo largo de una vida marinera bronca, azarosa y acuchilladora. Dicho de otra forma, a puros huevos.

Lástima, insisto, de película que, como tantas otras, en este país de cantamañanas nunca hicimos. Ni haremos. Barceló libró combates y abordajes de punta a punta del Mediterráneo. Combatió a los piratas y corsarios, e hizo él mismo la guerra de corso con resultados espectaculares. Sin complejos. Su ascenso a teniente de navío lo consiguió por la captura al arma blanca de un jabeque argelino, que le costó dos heridas. Sólo entre 1762 y 1769 echó a pique 19 barcos piratas y corsarios norteafricanos, hizo 1.600 prisioneros y liberó a más de un millar de cautivos cristianos. Y menos de diez años después, sus jabeques, navegando pegados a tierra y jugándosela en las playas, impidieron que la expedición española contra Argel terminara en un desastre. Eran tiempos poco favorables a la lírica, y lo de las fuerzas armadas españolas humanitarias marca Acme se la traía a Barceló, como a todos, bastante floja. Argelia era la Somalia de entonces, más o menos, y a los atuneros de entonces los protegió a su manera: en 1783 fue con una escuadra a Argel, disparó 7.000 cañonazos contra la ciudad e incendió 400 casas. Sin despeinarse.

También he dicho que era español, y eso tiene su pago de peaje. La envidia y la mala fe lo acompañaron toda su vida. Sus colegas de la Real Armada no podían verlo ni en pintura, y andaban locos por que se la pegara. No tuvo, como es natural, amigos entre sus pares. Ayudaba a eso su persona y carácter, poco inclinado a tocar cascabeles. Era hombre rudo y de escasa educación –sólo sabía escribir su nombre–, brusco de modales, sordo como una tapia por el ruido de los cañones. Tampoco era guapo, pues la cicatriz de un sablazo le cruzaba el careto de lado a lado. Gajes del oficio. Pero sus tripulaciones lo adoraban, peleaban por él como fieras y lo acompañaban, literalmente, a la misma boca del infierno. Ganó honores y botines, rindió a enemigos, asombró al mismo rey, y mandó barcos y escuadras hasta los 75 años. Se retiró al fin a Mallorca, donde murió entre el respeto de todos. Fue uno de los poquísimos casos en que España no se comportó como ingrata madrastra, y agradeció los servicios prestados. Su fama fue tanta que en sus tiempos corrió en coplas una décima famosa, a él dedicada, que concluía: «Va como debe ir vestido / fía poco en el hablar / mas si llega a pelear / siempre será lo que ha sido».

Imaginen lo que se habría reído viendo lo de Somalia en el telediario, y a los piratas en la Audiencia Nacional.

En un recodo de la plaza….

In LETRAS ANDALUZAS on 2009-11-20 at 16:05

En un recodo de la plaza están:

reyes de risa, dioses de miseria.

Sucio tambor redobla

entre las manos de la madre encinta,

mientras la adolescente se acompasa

-la flor ajada, el colorete-

al metálico son que le hace el padre

con la trompeta

que gime, aguda, la inutilidad

de unas vidas, contentas

con el puro presente y su pitanza.

(Gente que pasa se detiene

a gozar de su orden ciudadano

en compasiva suficiencia fácil).

Mañana, nuevamente,

del despertado polvo del camino,

pueblos cerrados, ciegos corazones,

y el siempre ser mendigos de los otros.

Pero ahora ellos,

ellos, los parias, los que no comprenden

-porque la vida los mantuvo exentos-

dioses sin sombra son, reyes de veras,

ante los ojos de los que les tiran

caridad en moneda, envidia en palmas.

Un viento extraño agita las acacias.

Dios se retrae.

Suave, gira el mundo.

Mariano Roldán, Los parias

Carta

In LETRAS ESPAÑOLAS on 2009-11-16 at 10:45


Mi amada
estará pensando en mí:
¡la una de la madrugada!

¿El amor empieza así,
cada uno solo en su lecho,
sin dormir,
y deseando recibir
otro balazo en el pecho?

El camino
clandestino
con rumor de sabia nueva
y tierra sin pisar, ¿ lleva
a buen fin, a buen destino?
¿O es otra vez el ciclón
que empieza con un suspiro
y que acabará de un tiro
partiéndome el corazón?

No lo sé.
Me temo quo lo sabré
cuando estén llenos de azufre
los silos de la memoria:
¿Sólo comprende el que sufre?
¿Sólo el dolor tiene historia?
¿O quizás, y todavía,
será posible inventar
la historia de la alegría?

¡Preguntar y preguntar,
desvelado,
con azufre en el pasado
y fracturas y despojos
en donde ponga los ojos!

Sin embargo, ¡ah, sin embargo,
don Antonio!,
por entre un saber amargo
aguardo como un demonio
que una mujer, desvelada
por un secreto y un hombre,

ponga mi nombre en su almohada
y al fin se duerma dichosa
con una mano olvidada
orilla a su oscura rosa.

¿No escarmienta la ilusión?
¡La una de la madrugada
y el tictac del corazón
avanzado, sin dormir
y afanoso,
por el tiempo misterioso
que aún falta para morir!

FELIX GRANDE

Después de todo…

In LETRAS ESPAÑOLAS on 2009-11-15 at 21:50

Después de todo, todo ha sido nada,

a pesar de que un día lo fue todo.

Después de nada, o después de todo

supe que todo no era más que nada.

Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!».

Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!».

Ahora sé que la nada lo era todo,

y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada.

(Era ilusión lo que creía todo

y que, en definitiva, era la nada.)

Qué más da que la nada fuera nada

si más nada será, después de todo,

después de tanto todo para nada.

JoséHierro, Vida

Una sonrisa tuya…

In LETRAS EEUU on 2009-11-06 at 10:47

Una sonrisa tuya cae en la hierba
y se pierde para siempre.
¿Y dónde se extraviarán
tus danzas nocturnas? ¿En las matemáticas?
Saltos y espirales -tan puros-
sin duda recorren
eternamente el mundo, y no me quedaré
despojada de belleza: el don
de tu pequeña vida, tu olor
a pasto mojado cuando duermes, azucenas, azucenas
que no pueden compararse con tu carne.
La cala, los fríos pliegues de su ego,
y el lirio, embelleciéndose a sí mismo-
manchas, y un despliegue de pétalos ardientes.
Los cometas
tienen que atravesar tanto espacio,
tanta frialdad, tanto olvido.
Así se desvanecen sus gestos-
cálidos y humanos, y luego su luz rosada
sangrando y desollándose
a través de las amnesias negras del cielo.
Por qué me son otorgadas
estas lámparas, estos planetas
que caen como bendiciones, como copos de nieve
hexagonales, blancos
sobre mis ojos, mis labios, mis cabellos
rozándome y fundiéndose.
En ninguna parte.

(Sylvia Plath. Danzas nocturnas)

Carbunco

In LETRAS TURCAS on 2009-11-01 at 14:06

A propósito de unas fotos de periódico

1. Carbunco

Sobre dos columnas de la primera página yacen
dos niños desnudos
sobre dos columnas de la primera página
con la piel en los huesos.
Tienen la carne agujereada, reventada.
Uno es de Diyarbakïr, el otro de Ergani.
Tienen los brazos y las piernas raquíticos
enorme la cabeza
y un grito pavoroso en sus bocas abiertas
en la primera página dos ranitas aplastadas a pedradas.
Dos ranitas
dos hijos míos ,enfermos de carbunco.
Quién sabe cuantos miles se nos van en un año
sin haber podido saciar siquiera su sed.
Y el señor subsecretario:
(así lo agarre el carbunco)
«No hay ningún motivo para preocuparse», dice.

3 de agosto de 1959

2. El jefe de policía

Abierto como una herida, el sol en el cielo
se desangra.

Un aeródromo.
Los presos preventivos, las manos sobre el vientre:
porras, jeeps,
muros carcelarios, comisarías
y cuerdas que se balancean sobre el patíbulo
y los paisanos que no aparecen
y un niño que no pudo soportar la tortura
y se tiró desde el tercer piso de la Jefatura.
Y ahí está el señor Jefe de Policía
baja del avión
vuelve de América
de un curso de formación.

Estudiaron métodos para no dejar dormir
y quedaron encantados
de los electrodos aplicados en los testículos
y también dieron una conferencia sobre nuestras celdas de castigo
ofrecieron satisfactorias explicaciones
de cómo poner huevos recién hervidos en los sobacos
y cómo despellejar delicadamente la piel con cerillas encendidas.

El señor Jefe de Policía baja del avión
vuelve de América
porras y jeeps
y cuerdas que se balancean sobre el patíbulo
ha vuelto el jefe dicen encantados.

1959

De «Últimos poemas 1959-1960-1961»
Versión de Fernando García Burillo
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000)

NAZIM HIKMET (1902-1963)

Poeta, dramaturgo y novelista turco nacido en Salónica, hoy ciudad griega, en 1902.
Gracias a que su abuelo fue poeta, su padre diplomático y su madre pintora, creció en un ambiente familiar intelectual. Estudió en un colegio francés y a los 19 años viajó a Moscú donde estudió Ciencias Políticas y profundizó su interés sobre el comunismo, del que fue siempre ferviente practicante.
En 1924 regresó a Estambul, trabajó activamente en la política, eludió la cárcel viajando de nuevo a Moscú, y al radicarse de nuevo en Turquía en 1929, alternó la lucha política con la publicación de obras de teatro, novelas y varios poemarios, entre los que sobresalen «Y van 3» en 1930, «Telegrama nocturno» en 1932, y «La ciudad que perdió la voz» en 1933. En los años siguientes continuó con la lucha antifascista, publicó «La epopeya de Sheik Bedreddin» en 1936 y a partir de 1940 cumplió una larga condena hasta 1950, cuando fue liberado.
En 1952 se radicó definitivamente en Moscú, y en 1957 publicó su más famosa obra «Duro oficio el exilio». Falleció en Moscú en 1963.