¿Quién cabalga tan tarde a través del viento y la noche?
Es un padre con su hijo.
Lleva al pequeño en brazos,
junto a su seno cálido y seguro.
“Hijo mío, ¿por qué, asustado, escondes tu rostro?”
“¿No ves, padre, al Rey de los Elfos?
¿El Rey de los Elfos con corona y manto?”
“Hijo, sólo es el rastro de la neblina.”
“¡Dulce niño ven conmigo!
contigo jugaré maravillosos juegos;
hay montones de hermosas flores en la orilla,
mi madre posee dorados vestidos.”
“Padre mío, padre mío ¿no oyes
lo que el Rey de los Elfos me promete?”
“Calma, ten calma, hijo mío;
es el viento que mueve las hojas secas.”
“¿No vienes conmigo buen niño?
Mis hijas te atenderán perfectamente;
mis hijas representan su nocturna danza,
ellas te arrullarán, bailarán para que duermas.”
“Padre mío, padre mío ¿no ves acaso ahí,
a las hijas del Rey de los Elfos en esa zona oscura?”
«Hijo mío, hijo mío, claro que lo veo:
son sólo los árboles, los grises sauces.”
“Te amo; me encanta tu hermosa figura;
pero si no me obedeces, te forzaré.”
“¡Padre mío, padre mío, ahora me arrastra!
¡El Rey de los Elfos me ha herido!»
El padre, temblando, galopa veloz,
llevando en sus brazos a su hijo gimiente;
al llegar a la hacienda, rápido y con esfuerzo,
en sus brazos el niño estaba muerto.
.
.
Johann Wolfgang von Goethe (Hesse, 1749 – Weimar, 1832)
Wer reitet so spät durch Nacht und Wind?
Es ist der Vater mit seinem Kind;
Er hat den Knaben wohl in dem Arm,
Er faßt ihn sicher, er hält ihn warm.
“Mein Sohn, was birgst du so bang dein Gesicht?”
«Siehst, Vater, du den Erlkönig nicht?
Den Erlenkönig mit Kron und Schweif?”
“Mein Sohn, es ist ein Nebelstreif.”
“Du liebes Kind, komm, geh mit mir!
Gar schöne Spiele spiel’ ich mit dir;
Manch’ bunte Blumen sind an dem Strand,
Meine Mutter hat manch gülden Gewand.”
“Mein Vater, mein Vater, und hörest du nicht,
Was Erlenkönig mir leise verspricht?”
“Sei ruhig, bleibe ruhig, mein Kind;
In dürren Blättern säuselt der Wind.”
“Willst, feiner Knabe, du mit mir gehn?
Meine Töchter sollen dich warten schön;
Meine Töchter führen den nächtlichen Reihn,
Und wiegen und tanzen und singen dich ein.”
“Ich liebe dich, mich reizt deine schöne Gestalt;
Und bist du nicht willig, so brauch ich Gewalt.”
“Mein Vater, mein Vater, jetzt faßt er mich an!
Erlkönig hat mir ein Leids getan!”
Dem Vater grauset’s, er reitet geschwind,
Er hält in Armen das ächzende Kind,
Erreicht den Hof mit Müh’ und Not;
In seinen Armen das Kind war tot.
.
.
.
El Rey de los Elfos (Der Erlkönig), del clásico por excelencia Goethe,
está basado en una conmovedora leyenda muy extendida en Alemania.
Los elfos son personajes de la mitología nórdica, dotados de poderes mágicos,
que habitan en la umbría de los bosques.
Emparentados con gnomos, trolls, nibelungos, duendes, faunos y sátiros,
los elfos son frecuentes en los viejos cuentos germánicos, y también en
la moderna literatura fantástica (El Señor de los Anillos o Harry Potter).
Compuesto hacia 1782, fue también glosado musicalmente por autores
como Beethoven Schumann y Schubert.
(comentario- Pilar Couceiro ).