Otro cierre del Tiempo para seguir la lucha estacionada,
perdida en algún cauce.
Otra vez elegir sin remedio, escoger por Decreto,
apostar por el riesgo, sonreír a lo oscuro
de esa alforja que llega sin señales
para decir que el tiempo no camina a paso desbocado,
que son momentos densos los que avanzan
como ráfagas duras del deseo,
pero no el tiempo, el Tiempo con mayúsculas,
el que demora el ritmo, repasa las cadencias, saborea rincones,
hasta el arcano panteísmo de las horas.
Y nosotros ahí, persiguiendo el instante locos, ciegos,
absurdos fugitivos de la noche,
incapaces de módulos de vida
corriendo hacia la muerte
como si se pudiera hacer un quiebro;
traspasar los espejos,
sólo para seguir tan muertos como antes.
¿Sería posible acaso morir viviendo vida
y dejarnos las alas de la Muerte
para el Momento Único?
.
.
María Pilar Couceiro,
(Para «Madrina», en su difícil otoño de 2008)